Hermano, ¿puedo probar a qué sabe tu semen?
270Ah, la curiosidad de esta guarra jovencita fue lo que la llevó a cometer el terrible pecado del incesto… ¿y quién dice que es terrible? Su novio le había pedido que le hiciera una mamada después de comerle el coño, pero ella se negó. Sentía mucha vergüenza, y además temía no hacerlo bien, así que volvió a casa con el comprensible cabreo del novio. Quiso contarle sus problemas a su hermanastro, con el que se lleva muy bien. Le explicó que ya sabía cómo sabían sus flujos vaginales, porque los había probado cuando ella misma se masturbaba, ¿y si el semen le daba asco? Así que le pidió al hermano postizo que dejara probar su lefa, solo la puntita… Y los cojones, pensaría él, aquella polla dura no había quien la bajara sin un polvo. Y cuando le llenara a esta guarra la boca de leche, entonces sí que se aseguraría de su sabor.