Madre e hija negra follando con un blanquito afortunado

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Navegantes de dudosa reputación llegaron a África donde compraron esclavos a algunos africanos. Estos pertenecían a sus propias tribus o rivales. Así se institucionalizo el comercio de personas en los últimos siglos. Pero ahora es diferente, porque en la casa donde viven dos mujeres blancas, siempre hay un blanquito que tiene que servir para darle placer a ambas. Es una nueva forma de esclavitud porque este tío tiene que follar el coño de las dos zorras y dejarlas satisfechas. No puede quejarse nunca y además tiene que sonreír como si tuviera alguna otra opción. Pero no es peor que la primera forma.