Follé a mi novia en su jardín trasero

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Cada vez que recuerdo el polvazo que le eché a mi chica en el patio de su casa, me descojono de risa y de placer. Follar al aire libre con ella fue una auténtica gozada; sobre todo por lo difícil que lo tenemos a causa del marcaje de sus padres. Los viejos son muy puritanos, y nos vigilan como halcones cada vez que estamos solos, por si se nos ocurre tener sexo. Claro, eso nos pone más cachondos todavía, y aquella tarde, mientras estábamos en su jardín, casi ardíamos de ganas de tocarnos. Pero entonces les llegó una visita a los padres, no pudiendo vigilarnos como solían hacer. Y ahí, señores, fue cuando le rompí el culo a mi chica; la follé a pelo, y hasta me corrí dentro de su ojete.